LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ:
"Salva, oh Señor, a tu pueblo
y bendice tu heredad;
concede a los fieles la victoria sobre el enemigo
y a los tuyos guarda
por el poder de tu Santa Cruz."
Esta fiesta se relaciona con unos eventos lejanos históricamente. El primero se refiere al rey Constantino, quien mientras se preparaba para enfrentar a su enemigo Maxentios y entrar Roma, vio en el cielo la señal de la vivificadora Cruz en la que se leía esta frase: “con esta señal ganarás.” Así, él, adoptándola como símbolo para su ejército, ganó.
En el año 20 de su reinado, Constantino mandó un grupo encabezado por su madre, Santa Elena, a la tierra santa para que buscaran al mismo madero de la Cruz. Investigando, el grupo pudo saber que, según lo dicho entre la gente, la Cruz había sido enterrada abajo del templo de Venus, construido por el emperador Adriano en el siglo segundo después Cristo. Iniciaron las excavaciones hasta que encontraron, no una, sino tres cruces.
Elena se quedó perpleja ante aquel acontecimiento y se preguntaba cuál
sería la Cruz de Cristo. Mientras esto ocurría, cerca de allí pasaba una
funeral, así el obispo de Jerusalén, llamado Macario, se dirigió hacia el
funeral pidiendo que pararan la marcha, y ordenó que se llevaran las tres
cruces y que se tocara al cadáver
por las tres, una por una. En cuanto una de las tres tocó al difunto, a este se
lo devolvió el espíritu. Así, todos quedaron convencidos de que esa era, en
verdad, la Cruz del Señor. El obispo Macario la levantó con ambos manos
bendiciendo al pueblo que exclamó a una voz: Kirie eleison (señor ten
piedad). Desde entonces los padres pusieron el festejo de la exaltación de la
preciosa y vivificadora Cruz, en todas las iglesias, en el mismo día de cada
año.
Casi 300 años después, en el año 614, el rey persa
Quisro conquistó Jerusalén y una de las cosas que
hizo fue que se apoderó del madero de la Cruz, y lo llevó a su capital
“Al-madáen” y se quedó allá 14 años hasta que lo recuperó el rey
Heracleo.
Mas la fiesta no es nada más por el descubrimiento del madero de la santa Cruz, su elevación y su recuperación, sino también por lo que se ha hecho por él: por la Cruz “vino la alegría a todo el mundo”, y por ella el Señor ha elevado “la naturaleza caída de Adán.” Por el madero se cumplió el temible plan de Dios. Con este sentido cantamos en las vísperas de la fiesta: “Venid todos los pueblos prosternémonos ante el bendito madero, por el cual se cumplió la justicia divina. Pues, quien, por el madero, engañó a Adán el primer abuelo, fue engañado por la Cruz; quien, habiendo esclavizado, a la creación real, fue abatido y encadenado; por la sangre de Dios se lavó el veneno de la serpiente; y por juzgar al justo injustamente, se eliminó la maldición juzgada por razón. Pues, fue propio que el madero se curara por el madero; y las pasiones del juzgado por el madero tuvieron que eliminarse por las pasiones del impasible. Así, gloria a tu plan divino , oh Cristo Dios, por el cual salvaste a todos, Tú que eres bueno y amante de la humanidad.