SAN JUAN DAMASCENO:
Después de que la gran ciudad de Damasco, metrópoli de Siria, cayó ante los
musulmanes en el año 635, los cristianos fueron sometidos a muchas desventajas
y a pagar tributos a sus dominadores árabes.
En el tiempo del Califa Abedul – Malek (685–705), todo lo que tuviera
que ver con la población cristiana, era responsabilidad de Sergio Mansur, quién
gozaba de la confianza del Califa y venía de una de las familias dominantes
cristianas de la ciudad. Alrededor
del año 675 nació un hombre sincero y temeroso de Dios, nuestro Santo Padre
Juan, “el Arpa del Espíritu Santo”. Desde
su infancia fue educado para entender lo grandioso de las virtudes de la limosna
y para hacer actos de amor y caridad, debido a que su padre dedicó su riqueza
para rescatar y liberar a los prisioneros cristianos.
Juan creció e incrementó su sabiduría junto con su hermano Cosme (c.f.
14 oct.) quien habiendo perdido a sus padres, fue adoptado por Sergio.
La educación de los niños fue confiada al monje Cosme, un erudito
italiano que Sergio había rescatado de los árabes.
Cosme los instruyó en filosofía y en todas las ramas del saber de su
tiempo. Su viva inteligencia y su
modesto comportamiento les permitió tener un rápido progreso, sobresaliendo
especialmente en el arte de la poesía y la música; así, al cabo de unos años,
su maestro reconoció que no tenía más que enseñarles y obtuvo el permiso de
su padre para retirarse a la Lavra de San. Saba, donde deseaba terminar sus días.
Con un perfecto conocimiento del árabe así como del griego, Juan se unió a su
padre en la administración, probando que era muy capaz, por lo que después de
la muerte de Sergio, fue nombrado como su sucesor por el Califa Walid (705 –
15 ).
Cuando Leo III el Saurio (717 – 41 ) comenzó a atormentar a la Iglesia Cristiana en el Imperio Romano atacando la piadosa veneración de los santos iconos, San Juan lanzó una defensa vigorosa de la fe a través de sus muchas cartas que escribió en Damasco a sus corresponsales en el Imperio, estableciendo las bases teológicas de la veneración de los santos iconos como ha sido encontrado en las sagradas escrituras y en los escritos de los Santos Padres. De esta manera, Juan atrajo el odio de Leo, quién intento deshacerse de él por medio de una carta falsa en la cual Juan aparentemente le escribía al emperador sugiriéndole que se apoderara de Damasco. La carta fue mostrada al Califa quién estando furioso le ordeno a su consejero que lo privara de su mano derecha. Esa misma tarde Juan colocó su mano cortada ante el icono de la Madre de Dios y por varias horas le suplico con lagrimas a la Soberana del Mundo que le regresara su mano. Cayendo en un sueño ligero vio venir a la vida al icono y oyó que la Santa Madre lo consolaba. Al despertar se maravilló con la restitución de su mano derecha y a partir de ese momento hizo votos para dedicarse a alabar a la Madre de Dios y de Nuestro Salvador, y a defender la Santa Fe Ortodoxa. Renunció a su posición en la administración, distribuyó su fortuna y partió hacia Jerusalén con Cosme para ordenarse monje en San Saba.