11 de mayo de 2003

 

2° DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

DE LAS MIRROFORAS

 

 

 

“Mujeres, escuchen la voz de la alegría, que dice: he pisoteado al tirano hades y quitado la corrupción al mundo. Apresúrense y avisen a mis amados la buena nueva; pues deseo que mi criatura se ilumine con la alegría emanada de donde antes, surgía la tristeza.”

(Exapostolarion)

 

TROPARIOS

Tropario de la Resurrección (Tono 2)

Cuando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal, mataste al Hades con el rayo de tu divinidad, y cuando levantaste a los muertos del fondo del hades, todos los poderes Celestiales clamaron: Oh dador de la vida, Cristo nuestro Dios, gloria a ti.

Tropario del Justo José (Tono 2)

El virtuoso José, habiendo bajado tu Purísimo Cuerpo   del  Madero,  lo  envolvió  en  un   sudario limpio, lo embalsamó con aromas  y   lo  colocó  en un  sepulcro nuevo; pero    resucitaste  al tercer día, oh Señor, otorgando al mundo la gran misericordia.

Tropario de las Mirróforas (Tono 2)

El ángel  se presentó en el sepulcro  diciendo a las Mirróforas: La mirra es para los muertos, mas Cristo se ha manifestado ajeno a la corrupción, proclamad: “El Señor ha resucitado concediendo al mundo la gran misericordia.”

Tropario de San Jorge (Tono 4)

Como de los cautivos Libertador y de los necesitados Protector, de los enfermos Médico, y defensor de la Iglesia, ¡oh Victorioso y Gran Mártir Jorge!: intercede a Cristo Dios por la salvación de nuestras almas.

Kondakion de la Resurrección (Tono 8)

      Aunque descendiste al Sepulcro, oh inmortal, destruiste el poder del hades y resucitaste como vencedor, ¡oh Cristo Dios! dijiste a las mujeres Mirróforas: "¡Regocíjense!" y a tus discípulos otorgaste la paz, ¡tú que  concedes  la resurrección a los caídos!

LECTURA DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES

(6,1-7)

En aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: "No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena  fama, llenos de  Espíritu y de  sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que  nosotros  nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra." Pareció bien la  propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban,  hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.

La Palabra de Dios iba creciendo; en Jerusalén se multiplicó considerablemente el número de los discípulos, y muchos de los sacerdotes iban aceptando la fe.

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

(15,43-16,8)

En aquel tiempo: José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, vino y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.  Se extrañó Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo.  Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.  María Magdalena y María la de José se fijaban dónde era puesto.

Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.  Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro.  Se decían unas a otras: “¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?”  Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.  Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron.  Pero él les dice: “No os asustéis.  Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado, no está aquí.  Ved el lugar donde le pusieron.  Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.”  Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.

¿QUIÉN NOS RETIRARÁ LA PIEDRA?

“‘¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?’        Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada”.

¿Qué tristeza, miedo o frustración puede tener un corazón que ha entregado completamente su voluntad y su vida a su Señor, y ha puesto toda su esperanza en Dios?  ¿En el mismo Dios que “se despojó de sí mismo tomando condición de siervo”, tan solo por amor a nosotros; y se humilló hasta la muerte, “para recatarnos de todo lo que somos cautivos” y “para que con su muerte obtengamos Vida y vida en abundancia”, y venzamos todos los padecimientos, carencias y sufrimientos de esta vida?  ¿Qué puede hacerle falta a un corazón que su mismo Dios le grita “¡despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos!”?

¡Cristo resucitó! Y los sepulcros fueron vaciados –nos dice San Juan Crisóstomo-, ¡Cristo resucitó! Y con su resurrección gloriosa la creación entera se llenó de alegría; “la muerte fue muerta” y todo odio, rencor, dolor y tristeza ha sido vencido bajo el poder de la Cruz de Cristo.

“¿Quién nos retirará la piedra”, aquella que nos impide amar y perdonar?; ¿quién sanará nuestro corazón herido por el rencor, resentimientos, miedos; por tantas cosas que a lo largo de la vida vamos acumulando y nos impiden ‘levantar nuestros ojos’...?

“¡La piedra está ya retirada!” Nos resta solo hacer la parte que nos toca: hacernos a un lado para que resplandezca la Luz de Cristo, y así nuestra oscuridad será iluminada; abandonar nuestra vida en Aquel que es la Vida misma, para llenar nuestras tinajas de agua Viva y saciar toda sed, enfermedad y tristeza; entregar nuestra voluntad mezquina a Su divina voluntad para no desear nada, solo Su amor, Su paz y Su perdón; y dejando la puerta de nuestro corazón abierta Él vendrá y hará morada en nosotros lo llenará todo...

“¡La piedra está ya retirada”! ¡Levantemos los ojos! “¡Resucitó Jesús, el Señor, del sepulcro concediéndonos la Vida eterna y la gran misericordia”.

EL "AMÉN"

Cuando el presbítero exclama “Bendito sea el Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”  o cualquier otra exclamación, el pueblo contesta “Amén”, término que - interpretado en lo general como: así sea- lleva un sentido más fuerte. Pues, el “Amén” lleva un sentido activo. Es la expresión que concluye cada exclamación del sacerdote sellándola por la aceptación, y expresando la participación responsable y esencial de cada fiel y de toda la asamblea en la misma obra litúrgica de la Iglesia. 

 SOBRE LA RESURRECCIÓN

“si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe.” (1Cor.15,14).

“Muchos son los que creen en la Resurrección de Cristo, pero pocos, los que la ven con claridad.” (San Simeón el Neo-Teólogo).

“nuestra Fiesta (la Resurrección) es la fiesta de las fiestas siempre y cuando  permanezcamos con aquel que es el Novio de la fiesta, y su flor; siempre y cuando comamos su Cuerpo y bebamos su Sangre para la vida eterna y la nueva alianza” (el Patriarca Ignacio IV)

FELICITACIÓN

En este día, felicitamos a toda la comunidad de la Catedral de San Jorge, a los que llevan  el nombre de San Jorge, a los que piden su intercesión, a todos los presentes y a los que faltan a nuestra asamblea por razones inevitables, pidiendo al Dios misericordioso que, por las intercesiones del Santo Patrón de esta iglesia, nos otorgue paz y anhelo para seguir su celo y pasos hacia la santidad. 

También, felicitamos a las madres en su Día, y encomendándolas a la protección de su intercesora la Madre de Dios y siempre Virgen María,  pedimos a Dios por su salud y salvación y por que bendiga sus luchas maternales. Felicidades.