16
de marzo de 2003
DOMINGO DE LA ORTODOXIA
LA
RESTAURACIÓN DE LOS SANTOS ICONOX
“¡Oh Amante de la
humanidad!, La Iglesia se regocija en Ti ahora, Creador y Novio suya; que
por Tu Voluntad, digna de Dios, la rescataste del error de la idolatría y,
por Tu Preciosa Sangre la uniste a Ti; Gozándose por la elevación de los
íconos venerables, Te alaba con fe, glorificándote con alegría.”
TROPARIOS
Al eterno Verbo, con
el Padre y el Espíritu, al Nacido de Virgen, para nuestra salvación, alabemos,
oh fieles, y prosternémonos; porque se complació
en alzar su Cuerpo sobre la Cruz y soportó la muerte, y levantó a los
muertos por su Resurrección gloriosa.
Nos
prosternamos ante Tu Purísima Imagen ¡Oh Bondadoso! Suplicándote el perdón
de nuestras faltas, ¡Oh Cristo Dios! Porque, por tu propia voluntad, aceptaste,
ascender a la Cruz, por el cuerpo, para salvar de la esclavitud del adversario a
los que Tú habías formado. Por lo tanto, con agradecimiento, Te exclamamos:
“Has llenando a todos de alegría, ¡Oh Salvador! Porque Tú has venido para
salvar al mundo”.
“Yo, Tu siervo, oh Madre de Dios, te canto el himno de triunfo, oh Guerrera y Defensora. Te presento mi agradecimiento, oh Salvadora en los apuros. Y como tú eres invencible, líbrame de los múltiples peligros, para que pueda exclamar: Regocíjate, oh tú, novia sin novio.”
CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS HEBREOS
(11,24-26; 32-40)
Hermanos:
Por la fe, Moisés, ya adulto, rehusó ser llamado hijo de una hija de Faraón,
prefiriendo ser maltratado con el
pueblo de Dios a disfrutar el efímero goce del pecado, estimando como riqueza
mayor que los tesoros de Egipto el oprobio
de Cristo, porque tenía los ojos puestos
en la recompensa.
Y ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cavernas y antros de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron el objeto de las promesas. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
(1,43-51)
En aquel tiempo: Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: “Sígueme.” Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le dice: “Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.” Le respondió Natanael: “¿De Nazaret puede haber cosa buena?” Le dice Felipe: “Ven y lo verás.” Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.” Le dice Natanael: “¿De qué me conoces?” Le respondió Jesús: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.” Le respondió Natanael: “Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.” Jesús le contestó: “¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.” Y le añadió: “En verdad, en verdad os digo: Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”
EL LLAMADO DE FILIPE Y NATANAEL
Felipe, quien ha sido tocado por el Espíritu, e inflamado por su fuego, participa de este gozo a Natanael diciéndole: “Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley,... a Jesús de Nazaret” (Jn.1,45)
Natanael
era un hombre temeroso de Dios, entregado al estudio y meditación de las
Sagradas Escrituras; además fue uno de los primeros en reconocer a Jesús como
el Mesías esperado. Cuando Jesús vio venir a Natanael, pronunció ese notable
elogio ha hecho de su nombre casi un sinónimo de sinceridad:”He aquí un
verdadero israelita en quien no hay engaño” (Jn.1,47) cuando Natanael
pregunta con suspicacia “¿de dónde me conoces?”, Jesús le reveló que en
una visión lo había visto bajo una higuera, lugar apropiado para estudiar y
meditar. Convencido del poder de Jesús, Natanael se entrega a Cristo sin
ninguna reserva.
El
llamado que hizo Cristo a sus primeros discípulos es universal, es decir,
Cristo llama a todos los hombres al discipulado y al apostolado. El Señor dice:
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os
he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca.”
(Jn.15-16) Tu por Gracia de Dios, has sido elegido, y a esta elección, tu
tienes el libre albedrío de aceptar o rechazar el llamado de Dios. Si has
aceptado este llamado, sigue siempre a Cristo, no por inercia o rutina, sino por
el pleno conocimiento y el pleno consentimiento; porque a tales seguidores busca
Dios que le sigan. Dice la Escritura, que después de una predicación de
Cristo, “muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra, ¿quién la
puede oír? Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no
andaban con Él” (Jn. 6,60;66)
Cristo no violenta la libertad de
nadie, por lo que pregunta a
los doce
“¿queréis iros
también vosotros?”
(Jn.6,67) Cristo está dispuesto a perder aún a los apóstoles, antes de
obligar a alguien a seguirlo. Por que Dios gobierna a un pueblo de hombres
libres; no de seres sin voluntad. ¿Tu has aceptado el llamado de Cristo? Cristo
vive en ti, siéntelo en tu corazón. ¿Has participado a otros ese gozo de tu
“primer amor” (Ap.2,4) cómo lo hizo Felipe con Natanael?
No
esperemos una fecha especial de calendario para aceptar y seguir a Jesús el
Hijo de Dios, el rey de Israel. “He aquí ahora el tiempo aceptable, he aquí
ahora el día de salvación” (2Co.6,2)
Nuestra fidelidad será y deberá ser siempre constante. Todo nuestro proceder será en amor a Cristo. Seamos dignos de llevar el nombre de cristianos, para que el mundo crea. Digamos siempre con Felipe ¡Hemos hallado al Cristo el salvador del mundo!
LA RESTAURACIÓN DE LOS SANTOS ICONOS
El 1er domingo de la Cuaresma, llamado el domingo de la ortodoxia, recordamos el triunfo de la recta fe cuando, en el año 843, la emperatriz Teodora salió con los fieles en una procesión levantando de nuevo los iconos en su postura de veneración después de una guerra tensa cuya objeto era destruir todos los iconos y prohibir que los fieles los usaran en su piedad.
Aunque los iconoclastas eran apoyados por los emperadores, no obstante los fieles, clero y pueblo, monjes y casados, conservaron la veneración a los iconos como un tesoro precioso, defendiéndolos, algunos con palabras y explicaciones, y otros, con su sangre y vida.
Así
los fieles, en el primer domingo de la Cuaresma del mencionado año 843 elevaron
los iconos anunciando la fe ortodoxa, determinada por el Concilio Séptimo
(787): no adoramos al icono, sino lo veneramos, y nuestra veneración y respeto
se refiere a quien se representa, al Señor, a
la Virgen o a los santos. Pues, por el icono nuestros ojos comprenden y
alientan con su presencia la profundidad del alma que ora.
Si
alguien nos pregunta que ¡cómo sobrepasamos el orden del segundo mandamiento
del Antiguo Testamento que prohíbe el presentar imágenes de Dios!, contestémosle
con las palabras de San Juan Damasceno:
“esta prohibición no pertenece a la Iglesia del Nuevo Testamento, ya que Dios ha aceptado naturaleza humana y vivido en la tierra como hombre... Ya que el Invisible se hizo visible por su encarnación, pueden pintar a quien se ha visto: pueden pintar a mi Salvador, su nacimiento, pasión, crucifixión, resurrección... expresen todo esto con colores como lo han expresado con palabras, no tengan miedo, yo sé la diferencia entre los ídolos y los iconos.”
Así pues, al oponerse a presentar al Señor en iconos, se rechaza la realidad de su encarnación.
Que queramos a los no ortodoxos no significa que compartamos sus desviaciones; soy ortodoxo, entonces me incorporo, con mis hermanos en la fe, cada domingo en la iglesia donde creceré en Gracia y fe y al encontrarme con el rostro del Señor, diré a los que están afuera lo que Felipe ha dicho a Natanael en el Evangelio de hoy: “ven y lo verás”