9 de febrero de 2003

 

 

DOMINGO 17° DE SAN MATEO 

 

 

Cuando el Señor después de su Resurrección preguntó a Pedro tres veces: “¿Me amas?”, lo  puso pastor de sus corderos; y éste, al ver  al otro  discípulo que amaba Cristo, siguiéndole,  preguntó  al  Señor, diciendo: “Y ¿qué de éste?” Y  le   contestó:  “Si  yo quiero  que  éste  esté  hasta  mi   llegada,  ¿qué  a  ti,  Pedro querido?”

“Exapostelarion”


TROPARIOS

Tropario de resurrección (Tono 8)

Descendiste de las alturas, oh Piadoso, y aceptaste el entierro de tres días para librarnos de los sufrimientos. Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti.

Kondakion de la presentación (Tono 1)

Con Tu nacimiento, oh Cristo Dios, santificaste las entrañas de la Virgen, las manos de Simeón bendijiste debidamente y a nosotros, hoy, nos rescataste y salvaste.  Protege a Tus fieles con la paz en las guerras y ayuda a aquellos que amas, porque Tú eres el único Amante de la humanidad.

 LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS

(6:16- 7:1)

Hermanos: Nosotros somos santuario de Dios vivo, como dijo Dios: "Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi  pueblo. Por tanto, salid de entre ellos y apartaos, dice el Señor. No toquéis cosa  impura, y yo os acogeré. Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para     hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso."

Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda mancha de la carne y del  espíritu, consumando la santificación en el temor de Dios.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

(15:21-28)

En aquel tiempo: Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.  En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo. “¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David!  Mi hija está malamente endemoniada.”  Pero él no le respondió palabra.  Sus discípulos, acercándose, le rogaban. “Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.”  Respondió él: “No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!” El respondió: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.”  “Sí, Señor –repuso ella-, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.”  Entonces Jesús le respondió. “Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.”  Y desde aquel momento quedó curada su hija.

LA FE DE LA MUJER CANANEA

En su viaje a Tiro y Sidón, Jesús iba en busca de los judíos que moraban fuera de los límites de Palestina, no a evangelizar a los gentiles, misión que reservaba a los apóstoles para después de su pasión. Esto concuerda con al instrucción de Mt. 10:5.

Cristo le dice a la mujer cananea que hay prioridades, como cuando le responde al interprete de la ley, que “el primero y gran mandamiento es amar a Dios con toda tu alma y toda tu mente, y el segundo es semejante: amaras a tu prójimo como a ti mismo” Mt. 22:38,39. Es por esto que Cristo dice que no es bueno quitar el pan a los hijos; la prioridad en ese momento es para los hijos de Israel. Pero la mujer cananea demuestra su fe al decir “que los perrito como en de las migajas que caen de la mesa de sus amos”.

Cristo se maravilla y elogia su fe; como en el caso del criado del centurión Mt. 8:10; y le dice a la mujer “grande es tu fe, hágase contigo como quieres”. Cristo obra el milagro atendiendo la necesidad de la mujer.

El texto del Evangelio nos muestra el gran amor a Dios para la humanidad, como esta escrito “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Jn. 3:16. Lo que Cristo dijo en el texto, “no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”, no indica que la misericordia de Dios es exclusiva para el pueblo Judío, ya que Cristo accede a la petición de la mujer cananea. Ya en otras partes de la escritura vemos la misericordia y el amor de Dios para los gentiles, ( los pueblos n judías).

Cristo procedió de tal manera en el texto, para que se manifestara la gloria de Dios, y para nuestra enseñanza. Vemos el poder de Dios y su amor, manifestados en la mujer cananea. Cristo nos enseña en la parábola del juez injusto, Lic.18:2,8. la necesidad de orar siempre y no desmayar, como aquí en el texto. La mujer cananea no se desanima, y con una fe sobre humana continúa pidiendo.

 Dios nos enseña a no ceder en nuestras peticiones, porque pidiendo constantemente, aprendemos a tener comunión con Él. A depender de Él. Una enseñanza más, es que obtenemos los dones de Dios por medio de la fe. Cristo elogia la fe de los que le piden, y por lo general les dice “tu fe te ha salvado”. Mt. 9:22 Mr.5:34 Lic.8:48.

He aquí una enseñanza importante, que para ser salvos necesitamos tener fe, la salvación es gratuita, un regalo de Dios por medio de la fe. “Por que por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” Ef. 2:8,9.

EL INCIENSO EN LA ADORACIÓN

El uso del incienso en la adoración eclesiástica es un rito antiguo que el nuevo testamento lo heredó del antiguo. El sacerdote, en las vísperas, maitines y en la Divina Liturgia, inciensa el altar, los iconos y los fieles. ¿Qué papel tiene el incienso en la adoración?

1- Este olor aromático, acompañado con el humo, siempre ha sido estímulo para sentir la presencia de Dios; apenas exhala su perfuma, el alma se alegra y los sentidos se concentran en la divina presencia. Por eso nos inclinamos al incensar.

2- “Valga ante ti mi oración como el incienso” cantamos del salmo 140 en las vísperas. Cuando el humo se eleva, ofrecemos nuestras comunes oraciones ante Dios; dice San Juan de Cronstad (un santo ruso contemporáneo 1829-1908): “cuando incensamos alrededor del altar, ante los iconos y al pueblo, juntamos los ruegos de todos como si fueran de una sola voz que la lleva el incienso y la alzan los Ángeles junto con las intercesiones y oraciones de la Purísima Virgen María.”

3- Al incensar ante los iconos de los santos, la Iglesia alaba al Espíritu Santo que en ellos ha obrado y los ha santificado. Así también el sacerdote inciensa a cada uno de nosotros como un lugar que debe de ser preparado para recibir al Espíritu Santo; pues nos dice San Pablo: “¿ no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo” (1Cor.6:19).

El incienso, sencillamente, es alegría para los fieles, causa de gozo espiritual y aroma de la virtud, la devoción y la dulzura de la casa de Dios, ante las cuales gemimos por nuestros amargos pecados, y glorificamos la misericordia de Dios.

SENTENCIAS DE LOS SANTOS PADRES

+Uno preguntó a un anciano: “¿Por qué me desanimo continuamente?”. Y respondió: “porque no has visto todavía la meta.”

+El alma es una fuente: si profundizas se hace más limpia; si arrojas en ella estiércol, se ensucia.

+Uno preguntó a un anciano: “¿cómo adquiere el alma la humildad?”. Y respondió: “Estando atenta tan sólo a sus propias faltas.”

+no empieces a hacer nada sin que antes hayas examinado tu conciencia, para saber si lo que vas a hacer es según Dios.

+Decía el Abad Antonio: “La vida y la muerte nos viene del prójimo; si ganamos a nuestro hermano, ganaremos a Dios, si le escandalizamos pecamos contra Cristo.”

+Decía también: “Yo ya no temo a Dios:  le amo porque el amor perfecto expulsa el temor” (1Jn.4:18)