8
de septiembre de 2002
NATIVIDAD DE LA TEOTOKOS
Y DOMINGO ANTERIOR
A LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Tu Nacimiento,
oh Virgen Madre de Dios, anuncia el gozo a todo el universo; porque por ti
resplandece el Sol de Justicia, Cristo nuestro Dios, Quien rompe la maldición
y nos da la bendición; Quien destruye a la muerte y nos concede la vida
eterna.
(tropario)
TROPARIOS
Tropario de resurrección (Tono 2)
Cuando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal, mataste al Hades con el rayo de tu divinidad, y cuando levantaste a los muertos del fondo del infierno, todos los poderes Celestiales clamaron: Oh dador de la vida, Cristo nuestro Dios, gloria a ti.
Tu Nacimiento, oh Virgen Madre de Dios, anuncia el gozo a todo el universo; porque por ti resplandece el Sol de Justicia, Cristo nuestro Dios, Quien rompe la maldición y nos da la bendición; Quien destruye a la muerte y nos concede la vida eterna.
Joaquín y Ana fueron librados de los reproches de la esterilidad, y Adán y Eva de la corrupción de la muerte, por tu santo nacimiento, oh Purísima. Por eso tu pueblo celebra este acontecimiento, pues por él ha sido rescatado de la culpa de sus transgresiones, exclamando: La estéril da a luz a la Madre de Dios, la alimentadora de nuestra vida.
EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS GÁLATAS
(6:11-18)
Hermanos:
Mirad con qué letras tan grandes os escribo de mi propio puño. Los que quieren
ser bien vistos en lo humano, ésos os fuerzan a circuncidaros, con el único
fin de evitar la persecución por la cruz de Cristo. Pues ni siquiera esos
mismos que se circuncidan cumplen la ley; sólo desean veros circuncidados para
gloriarse en vuestra carne. En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no
es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es
para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo! Porque nada
cuenta ni la circuncisión, ni la incircuncisión, sino la creación nueva. Y
para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo
mismo que para el Israel de Dios.
En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
(3:13-17)
Dijo el Señor: “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.”
EL CRUCIFICADO Y NOSOTROS
“y como moisés levantó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre.”
Cristo nos indica aquí un hecho del antiguo testamento que simboliza la imagen de lo que tendría lugar en el nuevo testamento. Cuando el pueblo judío desagradecido del amor de Dios, murmuró y se querelló contra Moisés en el desierto, salieron unas serpientes que mataron a muchos, Dios, sin embargo, teniendo misericordia de su pueblo, ordenó a Moisés que levantara en un madero una serpiente de bronce con forma semejante a las otras “y todo el que la mire sanará” (Números 21:4-11). Éste es el simbolismo de la crucifixión de Cristo: Cristo fue levantado (en la Cruz) Él, que tiene nuestro mismo cuerpo pero no tiene el veneno del pecado, cura a quienes, mordidos por el veneno del pecado, miran su crucifixión.
La serpiente de bronce se asemeja a las venenosas, el Señor es Hijo del hombre; allá la de bronce no tiene veneno, y aquí el clavado en la cruz no tiene pecado; quien miraba a la serpiente de bronce se curaba, y quien ve a la Cruz se cura de las heridas mortales de las mordeduras venenosas del pecado.
Mientras la elevación de la serpiente es un símbolo de Cristo en la Cruz, el Crucificado es prototipo de la propia crucifixión de nosotros, sus discípulos. El discípulo de Cristo al mirar a su Señor crucificado, se bautiza a semejanza de la muerte y resurrección de Él.
El dolor, las enfermedades y las conductas inmorales hacen de lo terreno tierra propicia para serpientes y hacen de la Cruz lugar y cielo para los discípulos del divino amor. Quien sabe como extender sus brazos sobre la cruz puede comprender los dolores del mundo.
La realidad del amor que se encuentra en la realidad del dolor, no acepta otro criterio-guía que el de la Cruz de Cristo. Esto es lo que hace a San Pablo, en la epístola de hoy, exclamar: “Dios me libre de gloriarme, (ni en gloria, ni interés, ni dinero, ni cualquier cosa de este mundo) sino en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mi un crucificado y yo un crucificado para el mundo.” (Gal.6:14).
LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN
(8 de septiembre)
De
acuerdo al plan divino, Dios dejó a Joaquín y Ana, sin descendencia hasta que
pasaron la edad de la fertilidad, más posteriormente, por sus ruegos, lágrimas
y oraciones, les otorgó lo que esperaron toda su vida. Así vino María, la
virgen, fruto de la gracia, bendición y ternura divinas.
Ciertamente,
todo el antiguo Testamento es la historia de la intervención de Dios con su
pueblo, preparándolo para recibir la divina economía. El nacimiento de la
Virgen es cumplimiento de esta intervención, mejor dicho, es su plenitud. En
verdad María es el objeto de la historia de la Salvación, es el fin de
historia del amor y la obediencia, la plenitud de la historia de la respuesta y
esperanza.
La
santidad de la antigüedad dio como fruto, con la gracia de Dios, a la mujer por
cuya humildad la naturaleza humana, aceptó la Encarnación de Dios.
Nuestra
alegría con María, no es sino gozo en el Señor, pues su valor brota de que
ella es la Teotokos, la Madre de Dios, por ello todos los cánticos e iconos de
la iglesia
recuerdan a la Virgen
siempre junto a su Hijo y Dios, nunca sola, pues Él la hizo Madre de la Vida
como a la Iglesia Fuente de Vida.
Hoy los himnos de la Iglesia están llenos de alegría ya que con la resolución de la esterilidad de los abuelos del Señor, se resolvió la esterilidad de la humanidad. Si Ana y Joaquín fueron representantes del mundo estéril, María es la imagen del mundo fértil, de la nueva creación que es la Iglesia.
AROMA DEL JAEDÍN DE LOS MONJES
Unos
monjes de los que se llaman “orantes” (decían que se debe orar todo el
tiempo sin trabajar) visitaron al Padre Lucios, quien les preguntó:
-¿Y
para ustedes, cual es su trabajo manual?
-nosotros
no trabajamos, sino, como recomienda San Pablo, oramos incesantemente”.
-¿No
comen?
-Si
-¿Mientras
comen, quién ora por ustedes? Luego, ¿no duermen? ¿mientras duermen, quién
ora por ustedes?
No
encontraron nada que contestar. Así, les dijo: “perdónenme, ustedes no hacen
lo que dicen. Mas yo les explicaré cómo yo por mi trabajo oro sin cesar:
mientras tejo las canastas repito “ten piedad de mí, oh Dios, según tu gran
misericordia, y conforme a tu piedad borra mis iniquidades”. Ésta ¿no es
oración?” Dijeron: sí. Continuó: “pues, cando trabajo y oro, gano, encima
de mi oración, dieciséis monedas, doy dos como limosna y vivo con las
restantes. Ya que el que toma la limosna ora por mí, mi oración se
hace, por la Gracia de Dios, incesantemente.