1 de septiembre de 2002

EL AÑO NUEVO ECLESIÁSTICO Y

EL RECUERDO DE SAN SIMEÓN EL ESTILITA

 

 

Te hiciste columna de paciencia superando a los padres de la antigüedad, oh Justo: a Job en sufrimientos y  a José en tentaciones. Y semejaste la vida de los incorpóreos aun con cuerpo. Padre nuestro, oh Justo Simeón, intercede a Cristo Dios para que salve nuestras almas.

(tropario)

 

TROPARIOS

Tropario de resurrección (Tono 1)

Aunque la piedra fue sellada por los judíos y tu purísimo cuerpo custodiado por los soldados, resucitaste, oh Salvador, al tercer día, dando la vida al mundo. Por ello, los Poderes Celestiales clamaron, oh Dador de la vida: Gloria a tu Resurrección, oh Cristo;  Gloria a tu Reino; Gloria a tu Providencia, oh Único Filántropos.

Kondakion (Tono 4)

      Oh Protectora de los cristianos indesairable; Mediadora, ante el Creador, irrechazable: no desprecies las súplicas de nosotros los pecadores, sino acude a auxiliarnos como bondadosa que eres ya que te invocamos con fe.  Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica, oh Theotokos, que siempre proteges a los que te honran.

 PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO

(2:1-7)

Hijo mío Timoteo: ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador ante Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio –digo la verdad, no miento- yo he sido constituido heraldo y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad.

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

(4:16-22)

En aquel tiempo: Vino Jesús a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.  Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó.  En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él.  Comenzó, pues, a decirles: “Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.”  Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

AÑO AGRADABLE AL SEÑOR

Hoy se inicia el nuevo año eclesiástico. Con este motivo la Iglesia escoge el evangelio en el cual Cristo anuncia el año agradable del Señor y comienza su obra evangelizadora.

¿Cuáles son los elementos verdaderos por los que se conmemora una fecha, una fiesta? Un año, en sí mismo no es nada, no es un fetiche. Ciertamente lo importante de un año, mes, semana o día, es lo que ocurre en ese tiempo, lo que lo llena, lo que contiene.

Algunos cuando festejan un año esperan, desean tales o cuales cosas. De esta manera lo fundamental del festejo es el deseo, la esperanza. Otros, por su parte, ven en la festividad el momento en el que se sella lo ocurrido en el pasado año. Así, el que examine el año que termina quizás compruebe que no necesita festejar sino llorar.

¿Pero, entro estas opciones hacia donde nos inclinamos?

El cristiano, en general, tiene como principal intención cada año el dar un paso más hacia Cristo. ¿Quién de nosotros los cristianos examina su pasado, quién tiene puesta sus esperanzas en lo que ocurra el año venidero? ¿o quién planea acercarse un paso más a su Señor cada año que empieza?

Cristo en el evangelio de hoy nos dice: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año agradable del Señor.” Así como Cristo, recién ungido por el Espíritu Santo (en el bautismo), anuncia el plan de trabajo del Mesías, también nosotros los crismados por su Espíritu tenemos que planear para hacer sus obras.

El año que se inicia siempre tiene que ser el tiempo en el que se deje un lugar cada vez más grande a Cristo en nuestra vida para que Él se quede con nosotros y nosotros vivamos en Él. Decidámonos a poner a Dios en nuestro plan de vida y a que sea el guía de nuestras obras y acciones; hagamos de cada año un año agradable de Dios.

SAN SIMEÓN EL ESTILITA

(1 de septiembre)

En la conciencia de la gente, desde su vida fue santo. Aunque su ascetismo extremista que lo llevaba hasta lastimar seriamente su cuerpo, provocó entre algunos dudas y extrañezas, no pudo, sin embargo, evitar el reconocimiento, por parte de muchos, de los dones y gracias que Cristo dio a su amado discípulo Simeón y, por él, a la Iglesia.

Simeón nació en el año 392, al norte de Siria. Creció cuidando el ganado de su padre quien diariamente lo mandaba al monte a pastorear a las ovejas.  Quizás este tipo de trabajo sembró en si mismo el espíritu del monaquismo y el hábito de sentirse en soledad con la naturaleza para invocar al Señor de todo.

Un día nevado, en que no pudo llevar a pastar el ganado, vino a su mente la idea de ir a la iglesia. Ahí escuchó al diácono que leía el evangelio: “bienaventurados los que ahora lloran... ay de vosotros los que ahora ríen ... bienaventurados los puros de corazón” y estas palabras movieron su espíritu. Después de preguntar como podría conseguir estas bienaventuranzas, cuando se le enseñó sobre el monaquismo, se entusiasmó de tal manera que fue a un monasterio cercano a donde ingresó y pasó allí 10 años, sobrepasando a sus compañeros en esfuerzo y disciplina. Buscando imitar más a los ascetas, y con la bendición del abad, salió al desierto y allá practicó su ascetismo en una celda sin techo y se dedicó a la oración, a los ayunos, sin que los cambios del tiempo fueran obstáculo.

Legiones de peregrinos llegaban a visitarlo, a conocerlo. Pero él temiendo la fama (vanagloria) y perder el espíritu del silencio, escapó a las montañas y allá construyó una columna de más de 20 metros de altura quedándose a vivir en la parte superior. Simeón practicó su ascetismo allí durante 30 años.

Más la gente lo seguía buscando y su fama, día a día, se difundía hasta los lugares más lejanos.

Llegaban a visitarlo árabes, romanos, persas ... algunos venían por curiosidad, otros por bendiciones y otros más por su enseñanza, pero todos, al ver su humildad sencillez y firmeza, regresaban con arrepentimiento y llenos de paz. Él salía de su soledad dos veces cada día para enseñar, consolar, escuchar y juzgar sobre diferencias, y para curar las enfermedades.

Su muerte:

Entregó su espíritu al Señor el primero de septiembre de 461 en la misma columna que él construyó y en donde se quedó 3 días postrado sin saberse que había pasado. Más cuando subieron, a preguntarle la causa de su silencio le encontraron muerto.

Por medio de sus reliquias se hicieron muchos milagros y de la columna por mucho tiempo se esparció una suave fragancia de perfume. Los restos de la columna, edificada 60 Km. al norte de Alepo aún se conservan y hasta la fecha es un centro importante de peregrinación.

Sus intercesiones sean con nosotros. Amén